Un pequeño signo puede hacer la diferencia para establecer un mensaje muy contundente y plantear la inquietud: cómo quieres vivir la vida. ¿Estás lista para ser una mujer incómoda o incomodar en los círculos llenos de estereotipos?
Como muchas mujeres del mundo, disfruté la serie “Bridgerton”, y más recientemente amé a la “Reina Charlotte”. Julia Quinn, a través del género de la ficción supo hilvanar historias llenas de dramas, romance y hasta los dilemas de las mujeres del siglo XVIII. Los detalles están en su colección de libros que Netflix lleva a la pantalla chica.
Sin embargo, no pretendo hablar de literatura, traigo la imagen para resaltar un detalle que llamó mi atención de la serie. El atavío de las mujeres de la alta sociedad que incluso necesitaban ayuda de un séquito de mujeres para lucir una imagen que resaltara su figura con esos grandes vestidos. Ni qué decir del sufrimiento que había detrás de cada atuendo diseñado para lucir una silueta en forma de reloj de arena: corsé, cubrecorsé, armador, cotilla, etc.
Varios siglos después hemos ganado espacios para que no se nos impongan estereotipos –la lucha ahora es ideológica, pero ya la abordaremos oportunamente–, ahora tenemos la oportunidad de marcar nuevas rutas para vivir nuestra esencia femenina y nuestro propósito con otras herramientas.
En materia de vestimenta podemos disfrutar nuestra ropa, que no solo sea más confortable, sino que también se adapte a nuestro propio estilo de vida. Claro, eso está íntimamente ligado a las decisiones que tomemos. Personalmente, opté por una vida con menos “filtros”, por eso puedo usar un jeans, una falda o un vestido que me haga ver como yo me siento, finalmente mis cuatro décadas de vida me han enseñado que ahí está el secreto –por nombrarlo de alguna manera–: se trata que lo de adentro determine lo que hay afuera y no al contrario.
Y confieso que no es fácil. Hace unos meses por indicaciones médicas tuve que despedirme de mis tacones favoritos, de momento debo usar tenis, que para mí son sinónimo de zapatos feos –no importa la marca, el estilo o el color–. Si bien ayudan a que mi pie reciba la comodidad que necesita, algo dentro de mí se resiste a verlos como femeninos… Así que cada vez que tengo una reunión formal trato de recordar que la feminidad no viene por los accesorios externos, está en mi esencia, pero créanme que aun sabiéndolo no es fácil cambiar el chip, sigo trabajando en eso. Casi que puedo decir que es una especie de piedrecita metida en mi zapato.
En general, valoro las iniciativas que proponen que nos sintamos cómodas, que acciones pequeñas incentiven a buscar la libertad en todas las áreas de nuestra vida, porque cada una suma y se convierte en un pilar que cambie hábitos y es así como la transformación se produce.
Cuando escuché del concepto de nudité, que plantea sentirse libre desde la ropa interior, me pareció aplaudible porque resuelve esas inquietudes que todas las mujeres hemos sentido en algún momento de la vida: ropa que nos deja marcas y que nos incomoda en algún momento del día. Me sumo a desearles que sus prendas lleguen a muchas y eso se traduzca en alcanzar sus metas y cosechar éxitos.
Aprovechemos la oportunidad de vivir alejadas de la incomodidad, no solo de la ropa interior, sino de todo lo que nos reste tiempo y energía para alcanzar nuestras metas personales.
¡Me encantó! Yo también disfruté la serie y vi que gracias a Dios ahora nos podemos vestir como queremos, sin tanto sufrimiento.
Wow! <3